lunes, 17 de octubre de 2016

A lápiz y papel.

Para mi siempre ha sido fascinante el mundo de la ilustración,  me sorprendo del por qué nunca lo estudie de forma profesional. Recuerdo aún el primer libro que me regalaron como a la edad de 5 años, en realidad eran dos, uno era chino  y trataba de la relación de un niño con un panda, todo tenue, lleno de colores claros, incluso puedo decir que a la historia no le preste la atención que merecía como a los dibujos que hacían que me transportara a ese país, el segundo era un libro ruso, y de este si recuerdo la historia, claro, se trataba de El País de los Haraganes, un lugar al que solo podías llegar si comías mas de 100 litros de arroz con leche, y al llegar a el los ríos eran de leche, las piedras eran queso, de los árboles nacían dulces y así una ciudad de cosas deliciosas que no solo imaginaba,  si no que podía ver en las ilustraciones que me hacían ver lo que aquel mundo tenía. Despues mi gusto por los libros siguió, hasta que me convertí en una adulta que le gustan los libros, libros con ilustraciones preciosas, inocentes, cómicas, en fin, todas áquellas que me transmitan algo, una adulta cuenta cuentos, y adicta al movimiento, al lapiz y papel, a dibujar lo que me sale de la cabeza en momentos dífíciles, el por qué lo sabrán después, esos momentos que tienen siempre algo bueno, mis ilustraciones. 
 








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